viernes, 21 de febrero de 2020

Confidencias y traiciones, Catherine O'Connell (7)


A pesar de lo que pueda dar a entender el título, no es una novela sobre adolescentes que se pelean por el capitán del equipo de fútbol del instituto.

No, se trata de un grupo de amigas que se reúnen en casa de una de ellas para celebrar la despedida de soltera de otra, que se va a casar en un par de semanas. De allí van a un pub a seguir bebiendo, bailar e intentar pasarlo bien.

Hasta ahí todo más o menos normal, salvo que el cadáver de una aparece al día siguiente en el parque. Y a partir de ahí empieza el lío de confidencias y traiciones, cada una tiene algo que ocultar, cosas que piensan que no tienen nada que ver con el asesinato, pero que van solapando con otras tonterías y así la policía se marea yendo de mujer en mujer, destapando mentiras y secretos.

La trayectoria de algunas de estas mujeres es un poco increíble, la verdad, pero bueno, es una novela. Y el final, la resolución del tema creo que trataba de sorprender, pero al menos en mi caso, lo que se consiguió fue que pensara lo estúpido y sinsentido que es lo que ocurre.

Y el pseudo epílogo, en plan "qué fue de...", la verdad es que en mi opinión, sobra y mucho.

No sé si recomendarlo, la verdad, no es una cosa horrible pero sí que es posible que al acabar la lectura tengas la impresión de haber podido dedicar esas horas en leer algo mejor.

jueves, 20 de febrero de 2020

Tú te vas, tú te quedas, de M.J. Arlidge (6)


El planteamiento es muy interesante: una mujer secuestra a una pareja (con pareja quiero decir dos personas relacionadas entre sí, no obligatoriamente por lazos sentimentales), los deja aislados de todo y de todos, sin comida ni bebida, sólo un teléfono móvil y un revólver con una bala. El móvil es para transmitir un mensaje: Para liberarse, uno ha de matar al otro. Es la única forma de salir de ahí.

El desarrollo es interesante, salvo que en ocasiones se hace un poco pesada la reiteración en cuanto al carácter de la protagonista.

Y la pega, es que si te paras a pensar, es casi anatómicamente imposible hacer lo que hace la persona que secuestra. No voy a dar más datos, pero ahí lo dejo.

¿Lo recomiendo? Pues la verdad es que sí, no como una gran lectura sino como una entretenida. Para que tengas una idea más clara, no me arrepiento de haberlo leído pero no creo que lo vuelva a leer.

No estoy de acuerdo con el final ni con la decisión que toma la protagonista, creo que casi todo el mundo no habría hecho lo que ella hizo en su momento, dadas las circunstancias. No puedo entrar más en el tema para no fastidiar la historia.

Lo dicho, si tienes una tarde que no sabes qué leer, es una buena opción.

domingo, 16 de febrero de 2020

La balada de Narayama, 1983


Como en casi todas las películas japonesas, la fotografía me ha parecido espléndida, sobre todo en lo referente a los paisajes.

Nos muestra la vida en una pequeña aldea, apenas un puñado de casas de madera, en cada una de las cuales vive una familia (padres, hijos, nietos...). Es un lugar donde prevalece la miseria, cosa que se puede apreciar tanto en el aspecto de los personajes como en que se comenta la venta o muerte de hijos recién nacidos bien para conseguir algo de dinero o bien para no tener otra boca más que alimentar. Sobreviven de la caza y el cultivo del arroz.

El hilo conductor de la historia es la abuela de la familia. Una mujer fuerte, tanto físicamente (a pesar de ser diminuta) como moralmente (tiene muy claro lo que ha de hacerse). Ha llegado a los setenta años con todos los dientes, con fuerza y apetito y se ve como una carga para la familia. Además está la tradición de llevar a los ancianos al monte Narayama, donde los dejan para que mueran (aunque ellos utilizan el eufemismo de ir a reunirse con su dios). La anciana llega al extremo de arrancarse los dientes en parte para comer menos y en parte para acelerar su partida hacia su destino final.

Y llega el día. La mujer es transportada por el hijo tal como se aprecia en la imagen, ella sentada en una especie de caballete que él porta cual mochila. Cuanto más suba, más frío hará y antes morirá, así que el hombre camina y camina haciendo breves paradas para descansar. En un momento determinado, empiezan a encontrarse con huesos y cadáveres de cientos o miles de ancianos que fueron depositados en ese sitio. La madre le indica el lugar donde desea que la deje. Extiende una estera en el suelo y, tras despedirse de su hijo (sin decir una sola palabra), se pone a rezar, esperando la muerte, mientras que docenas de cuervos pululan por ahí, esperando que llegue el momento de alimentarse.

Y empieza a nevar, lo cual es una suerte para ella y una tranquilidad para el hijo y el resto de la familia, pues ello supone una muerte rápida y "dulce", lo de dulce es en comparación con las alternativas, claro. Morir de frío es mejor que morir poco a poco de hambre o sed o atacada por algún bicho. Supongo.

Lo sorprendente es la naturalidad con la que se toman cosas que a nosotros nos sorprenderían o escandalizarían, como arrojar un recién nacido a un campo de arroz para que muera ahogado, o atar y encerrar a un hombre porque ha intentado comerse un gallo, o apalabrar un matrimonio a los dos días de enviudar, sin conocer para nada a la otra persona...

Es otra forma de pensar, sentir y vivir. Y eso siempre es interesante, aunque no estés de acuerdo o no te gusten determinadas cosas.



El accidente, Linwood Barclay (5)


Típico barrio residencial, donde todos conocen (más o menos) a todos, se saludan sonrientes por las mañanas y los pajaritos pían al salir el sol.

Matrimonio casi perfecto, ella bonita, comprensiva y optimista, él trabajador (con su propia empresa de construcción) y guapérrimo, claro.

Peeeeero, llegan las vacas flacas, la economía se hunde poco a poco y la gente va perdiendo sus empleos, sale a flor de piel la pillería y las ideas para ganar un poco de dinero con el que capear el temporal. Ante la adversidad, la gente muestra sus peores caras.

Y un día, bueno, más bien una noche, sin más, ella muere en un accidente de tráfico. Pero lo peor es que en el accidente mueren todos los ocupantes del otro vehículo, salvo un chaval. Y para rematarlo, ella da positivo en alcohol.

De repente, esos pequeños detalles tontos y simpáticos se transforman en pruebas de su mala vida. El salir a cenar y tomar un vino con las amigas se convierte en que es casi una alcohólica. El darle una calada a un porro que le ofrece una vecina, hace que la consideren una drogadicta. Todo parece tan enrevesado, que el marido perfecto empieza a dudar y a cabrearse con el recuerdo de su esposa.

Por supuesto, nada de eso es cierto, ella realmente era buena, bonita, comprensiva, nada alcohólica ni drogadicta ni nada que se le parezca.

El autor nos va guiando en un sentido muy concreto, dejando clarísimas pistas de por dónde van los tiros y quién está tras el extraño accidente. Y todo para que al final haya un inesperado giro narrativo y lo que realmente ocurrió no tiene nada que ver con lo que contaron ni con lo que iban sugiriendo.

Es muy entretenido. A veces muy triste, no por los protagonistas (son taaaaaaaaaaan buenos, comprensivos y todo eso que les coges manía), sino por personas que les rodean y que se ven obligadas a hacer y decir cosas que realmente no piensan ni quieren.

Cuando el destino nos alcance, 1974





Soylent green es el título original, nada que ver con el que pusieron en castellano. Y tiene más sentido.

Película de ciencia ficción. En un futuro no demasiado lejano, el planeta está superpoblado, los alimentos tal como los conocemos son una rareza, así como cosas como el papel, jabón o lápices.

El protagonista es Thorn (Charlton Heston), un policía que, como los demás de su gremio, parece tener permiso para adueñarse de todo cuanto le cae en la mano. Le llaman por un asesinato y lo que hace es husmear en casa de la víctima y agenciarse todo lo que puede. Le ayuda en sus labores investigadoras Sol (Edward G. Robinson, el hombre eternamente viejo, yo jamás le vi joven, la verdad).

La acción transcurre en la ciudad de Nueva York, donde la gente malvive hacinada, esperando el día de Soylent, que es el alimento principal de la época. Hay de distintos colores y la novedad es el Soylent verde, hecho con plantas asiáticas (ja!). Pues de eso nada (y ahí va el gran spoiler de la película, así que si no quieres saber nada más, no sigas leyendo).... resulta que el Soylent está hecho de cadáveres humanos reciclados. Y claro, nuestro protagonista es quien lo descubre y lo quiere clamar a los cuatro vientos. La película acaba abruptamente, mientras se lo llevan herido en una especie de camilla cutre, con él gritando la verdad sobre el Soylent.

La historia es un poco deprimente, la verdad y se le notan los años. No me refiero a que no haya efectos especiales (hay muchas películas más antiguas que soportan mejor los años y tampoco los tienen), sino a la ambientación en sí, el tipo de rodaje. Es lo que yo llamo "sensación de teatro", nada realista, que impide (al menos en mi caso), que el espectador se meta en la historia.

Sé que muchas personas la consideran una película de culto y todo eso, pero yo, sinceramente, no la recomiendo.

miércoles, 5 de febrero de 2020

El sonámbulo, de Sebastian Fitzek (4)


Lees la sinopsis de una novela y es lo que te atrae o repele, según el momento. Porque claro, algo que hoy no te apetece nada leer puede entusiasmarte la semana que viene.

Pues leí la reseña y me atrajo. Un hombre se despierta y ve que su esposa, con evidentes síntomas de maltrato físico, hace la maleta y se va. Cuando reacciona y sale tras ella, es tarde para alcanzarla.

El ha tenido episodios de sonambulismo en su niñez, en los que tenía miedo de hacer daño a otras peronas, así que, claro, cree que ha sido él quien, dormido, ha pegado a su mujer, provocando que se vaya de su lado.

A partir de ahí empieza una mezcolanza terrible, cuyo propósito creo que es intentar hacer que el lector dude de cuándo el protagonista está despierto y cuándo dormido (esa misma duda la tiene él todo el tiempo). Una especie de juego para mantener la atención y que estemos como en vilo, esperando a saber qué ocurre realmente y qué es fruto de las fantasías oníricas del muchacho.

En mi opinión lo que el autor logra es enmarañar la historia. Al menos en mi caso. Yo no me preguntaba si él estaba despierto o dormido, yo me preguntaba si todo ese lío de laberintos, puertas, baldosas y demás iba a acabarse en algún momento y si tenía algún sentido. Porque tuve la sensación de que era simplemente rellenar página tras página de la novela, enfarragando toda la historia.

Tiene, por decirlo de alguna forma, un doble final. El final de la trama principal, que no tiene sentido alguno, del que no puedo decirte nada porque te fastidiaría la historia, y luego un final tipo epílogo, donde se explica lo ocurrido, quién, cómo, cuándo, dónde y porqué y que a mí me pareció traidísimo por los pelos, de hecho bordeando la estupidez.

No te lo recomiendo en absoluto. Pero he de decirte que voy a leer más cosas del autor, porque cuando se limitaba a contar la historia y no entraba en parafernalias, me gustó su forma de escribir.

Repasito de los últimos días

Vamos allá....

El coleccionista de huesos (1999)





Es una película entretenida, pero con algunas americanadas típicas. A veces tenía la impresión de que lo único que se pretendía era mostrar lo guapísima que es Angelina Jolie (que lo es, y mucho, al menos en mi opinión).

El es un hombre que desea morir, ya que sólo puede mover la cabeza y un dedo, pero tiene sus facultades mentales totalmente funcionales. La razón de su deseo de morir no es su estado actual, sino el saber que en cualquier momento puede tener una crisis y quedar en estado vegetativo. Y eso tiene claro que no es lo que quiere.

Ella es una muchacha cuyo padre, policía como ella, se suicidó. Pasan un poco de puntillas por ese tema, simplemente quieren dejar claro que ese hecho marcó toda su vida e hizo que se hiciera también policía.

Hay un asesino en serie que va dejando pistas para que lo atrapen, pero son pistas tan sutiles que al parecer lleva años matando y nadie se ha dado cuenta hasta ahora, por supuesto, cuando esta pareja encuentran como por arte de magia todas las piezas del puzle que les lleva a otro asesinato que intentan frustrar y así sucesivamente hasta el final.

Americanadas: ella se pone en medio de una vía por la que se acerca un tren y el tren va y para (justito justito para no atropellarla, claro está). Entre montones de basura, o de polvo, o de destrozos varios, encuentran un minúsculo trocito de un papel, eso en cada escena del crimen, los colocan y por arte de birlibirloque deducen que entre todos forman un puzle y van y lo montan. En una librería de segunda mano, llena de estanterías abarrotadas de libros, a la muchacha se le cae encima justo el que está buscando (es decir, no sólo va a la librería exacta a la que tiene que ir, entre las docenas que hay en la ciudad, sino que entra y zasca). El hombre que lleva nosecuanto tiempo ahí en la cama, va y se pone un smoking y va en silla de ruedas tan feliz como una perdiz. Adiós al miedo a quedarse como un pepinillo en vinagre por los siglos. Ah, y no puede moverse, pero hace lo que hace al final de la película, que no es ninguna tontería.

Pero vamos, que entretiene, que no es poco.


Historia de una monja (1959)

Audrey Hepburn entregando su vida a dios y aspirando a que la envíen al Congo para curar a los enfermos y mejorar la vida de la gente.




No cuenta cómo sintió la vocación ni nada, la película comienza cuando ella abandona su hogar para irse al convento. Su padre es un eminente médico y ella aspira a aplicar sus conocimientos "científicos" en el Congo, como monja.

Digo yo que para ir al Congo a ayudar a la gente tampoco hace falta meterse monja, pero bueno. Ella acata las normas del convento, comete faltas, como todas y es castigada por ello. Lucha constantemente contra el orgullo, que piensa que es su pecado de cabecera, por así decirlo. Ayuda a las demás en todo lo que puede. Se ve cómo van pasando las distintas etapas desde novicia hasta que es oficialmente monja y la envían a estudiar para tener conocimientos más específicos de lo que se encontrará en el Congo.

Y eso viene siendo todo, ella ayudando, siempre con su hábito, por supuesto, siempre muy limpita aunque haya polvo hasta en las pestañas. Todo bastante monótono y predecible hasta que estalla la Guerra Mundial y los alemanes van tomando país tras país, es entonces cuando ella toma una drástica decisión.


El coleccionista de amantes (1997)

Morgan Freeman en acción, en un papel de policía psicólogo. O viceversa.




¿A quién se le ocurre secuestrar a la sobrina de Morgan Freeman? Pues a alguien que no sabe que la muchacha es sobrina suya, obviamente. O quizás alguien que no vio Seven.

Vale, ahora en serio. Secuestran a la sobrina de un policía/psicólogo/escritor. La muchacha estaba estudiando en la universidad, muy aplicadita y seria y en sus ratos libres tocaba el violín con esmero. Y van y la secuestran. Y resulta que es un asesino en serie que se dedica a secuestrar a muchachas y retenerlas, para hacer que se enamoren de él. El muchacho sólo busca amor, y claro, por esas fechas aún no estaba Sobera con First dates y pasa lo que pasa.

Por supuesto, Morgan consigue en media hora lo que todo el departamento de policía no ha conseguido en meses. Y por supuesto, el asesino secuestra a una cirujana (de esas que cuando algo sale mal en las operaciones se pone en plan muy intensa como si su vida se acabara, ya sabes, todo muy americano), pues la muchacha para soltar presión se dedica al kick boxing (o algo parecido), sudando muy elegantemente, eso sí, para mí que ni huele mal ni nada. Y claro, kickboxea al secuestrador, sale por patas y colabora con Morgan para liberar a sus compañeras de cautiverio.

Y hasta aquí puedo leer sin destriparte nada. Se supone que tiene un giro de guión en el final, pero la verdad es que les ha salido fatal (y lo digo yo, gran amante de los giros inesperados de guión).

Entretenida, para una tarde de domingo.



Adivina quién viene a cenar (1967)

La pareja incombustible: Katharine Hepburn y Spencer Tracy.





Ya sabes que de vez en cuando (vale, con bastante frecuencia), me pongo alguna de mis clásicas. La verdad es que esta no la había visto.

A ver, si yo con 23 añitos llego a casa y les digo a mis padres que me voy a casar en dos semanas con un hombre al que conozco sólo desde hace diez días, les da igual que sea negro, blanco, amarillo o a cuadros, lo que hacen es darme un lógico sermón de título "Estás loca... si no le conoces".

Debo reconocer, desde mi papel de madre, que yo haría lo mismo si mi hijo hiciera algo por el estilo.

Dicho esto, se supone que la película muestra las distintas reacciones de la gente hacia el racismo. Desde los que van de "progres" y dicen que el color de la piel no importa nada (mientras no les afecte a ellos directamente, claro), los que son "progres" de verdad (pero atolondrados porque les da igual que la pareja apenas se conozca), los que piensan que hay una doblez en los motivos del muchacho (sacar algún provecho), los que piensan que las personas de distinto color de piel al propio no tienen capacidad para ser inteligentes e incluso eminencias en su campo laboral, etc

Que esa es otra, parece que el hecho de que el chico sea médico ya es suficiente para que sea aceptado. Vamos, que la chica se enamora de un pintor de brocha gorda o de un cocinero y entonces sí que no hay boda.

Personalmente encuentro muy exagerados a los personajes: los padres gruñones, las madres comprensivas, la chica felizmente alocada (es una cría, independientemente de su edad, insoportable en sus risitas y tonterías), el hombre maduro que ha recuperado la ilusión por la vida (después de haber perdido a su mujer y su hijo años antes), un sacerdote católico con la sonrisa siempre puesta en la cara y dispuesto a mediar....

Y dentro de todas esas exageraciones, dentro de lo sorprendente que me resultó que dieran mucha importancia al hecho de que el novio fuera negro y ninguna a que hacía menos de dos semanas que se conocían... eché de menos el amor. Se supone que fue un flechazo, que están locamente enamorados, se quieren por encima de todo y de todos, pero no hay ni una escena en la que se note ese amor, esa pasión, esa relación. El se pasa todo el rato como cavilando, ella se pasa todo el tiempo riendo y sonriendo y dando saltitos. No encajan y no es por el diferente color de la piel.

Y sin embargo, las otras dos parejas, las de los padres, ahí sí que se ve unión, un cariño, un nexo, un conocerse y estar bien juntos, sin alharacas ni historias, con total simplicidad.

Es de esas películas que oyes hablar tanto, que al final te defraudan porque tenías el listón muy alto, no porque sean malas.