domingo, 16 de febrero de 2020

La balada de Narayama, 1983


Como en casi todas las películas japonesas, la fotografía me ha parecido espléndida, sobre todo en lo referente a los paisajes.

Nos muestra la vida en una pequeña aldea, apenas un puñado de casas de madera, en cada una de las cuales vive una familia (padres, hijos, nietos...). Es un lugar donde prevalece la miseria, cosa que se puede apreciar tanto en el aspecto de los personajes como en que se comenta la venta o muerte de hijos recién nacidos bien para conseguir algo de dinero o bien para no tener otra boca más que alimentar. Sobreviven de la caza y el cultivo del arroz.

El hilo conductor de la historia es la abuela de la familia. Una mujer fuerte, tanto físicamente (a pesar de ser diminuta) como moralmente (tiene muy claro lo que ha de hacerse). Ha llegado a los setenta años con todos los dientes, con fuerza y apetito y se ve como una carga para la familia. Además está la tradición de llevar a los ancianos al monte Narayama, donde los dejan para que mueran (aunque ellos utilizan el eufemismo de ir a reunirse con su dios). La anciana llega al extremo de arrancarse los dientes en parte para comer menos y en parte para acelerar su partida hacia su destino final.

Y llega el día. La mujer es transportada por el hijo tal como se aprecia en la imagen, ella sentada en una especie de caballete que él porta cual mochila. Cuanto más suba, más frío hará y antes morirá, así que el hombre camina y camina haciendo breves paradas para descansar. En un momento determinado, empiezan a encontrarse con huesos y cadáveres de cientos o miles de ancianos que fueron depositados en ese sitio. La madre le indica el lugar donde desea que la deje. Extiende una estera en el suelo y, tras despedirse de su hijo (sin decir una sola palabra), se pone a rezar, esperando la muerte, mientras que docenas de cuervos pululan por ahí, esperando que llegue el momento de alimentarse.

Y empieza a nevar, lo cual es una suerte para ella y una tranquilidad para el hijo y el resto de la familia, pues ello supone una muerte rápida y "dulce", lo de dulce es en comparación con las alternativas, claro. Morir de frío es mejor que morir poco a poco de hambre o sed o atacada por algún bicho. Supongo.

Lo sorprendente es la naturalidad con la que se toman cosas que a nosotros nos sorprenderían o escandalizarían, como arrojar un recién nacido a un campo de arroz para que muera ahogado, o atar y encerrar a un hombre porque ha intentado comerse un gallo, o apalabrar un matrimonio a los dos días de enviudar, sin conocer para nada a la otra persona...

Es otra forma de pensar, sentir y vivir. Y eso siempre es interesante, aunque no estés de acuerdo o no te gusten determinadas cosas.



2 comentarios:

  1. He leído lo de arrancarse los dientes y me ha dolido... Uff, no sé si sería capaz de verla. Desde luego, una forma de pensar totalmente distinta.
    Besotes!!!

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  2. Sí que es una forma muy distinta de vivir y de pensar y sentir. De hecho hay partes en las que a mí me parece una comedia, por lo exagerado que es todo. Es fascinante lo distintos que somos los seres humanos según la cultura en la que hayamos nacido.

    biquiños!

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