jueves, 21 de febrero de 2019

Un millón de gotas, Víctor del Arbol


Esta es una de esas entradas en las que me alegro que sólo me leáis dos o tres personas, porque lo que voy a escribir va contra lo que veo que es la opinión general.

Empecé a leer la novela en los minutos "muertos" que paso esperando la salida de mi nano del instituto. Y la verdad es que había días en los que me fastidiaba tener que dejar la lectura y seguir con mi rutina diaria, porque el inicio de la historia me mantenía en vilo. Los personajes se presentan como simples esbozos que hacen que se tenga ganas de conocerlos más a fondo, de saber qué hacen y cómo han llegado al punto en el que se encuentran.

Lamentablemente para mí ese encanto desapareció conforme la trama se enrevesaba. Los rusos, la revolución, la política... He de confesar que, fuera de la novela histórica o la historia novelada, leo simple y llanamente por placer, por evasión, por divertimento. Y eso me aleja del tipo de historia que refleja la novela.

No digo que me parezca mala o mal escrita. Si fuera así, no me habría cautivado en las primeras páginas. Es, simplemente, que no trata el tipo de historias que me gustan y que disfruto.


Y siguen los clásicos... y los no tanto

Supongo que se puede decir que soy como un perro con un hueso, que cuando lo coge no lo suelta ya  más, así que estos días en cada huequecito que he tenido libre, seguí viendo películas de Bette Davis.

Engaño.- La verdad es que no me gustó demasiado, una historia muy cogida por los pelos, por decirlo de alguna forma. Una pianista se reencuentra con el amor de su vida al que creía que habían matado y le oculta una relación que ha mantenido con un famoso y rico compositor. El final se supone que es trágico, aunque una se queda un poco como "esto no tiene mucho sentido". Y para ser un compositor de fama mundial, la verdad es que la música es un tanto extraña.

Como ella sola.- El personaje de Bette Davis es una niña consentida y egoísta, Stanley, que cree tener derecho a todo lo que se le antoje... y se le antoja el marido de su hermana (Olivia de Havilland). Claro que cuando logra tenerlo, las cosas no son como se imaginaba, se topa con la vida real. Lejos de aprender, su egoísmo sigue creciendo sin parar. Borda el papel, la verdad, aunque el personaje es, para mi gusto, excesivamente infantil.

Una vida robada.- Doble papel, porque hace de dos hermanas gemelas. Lo típico, una es dulce, tímida, educada y la otra una rompecorazones egoísta. Y hay un chico, claro. Y pasa lo que pasa. No me gustó demasiado, la verdad.

Amarga victoria.- Otro papel de niña rica, enferma. Cömo el personaje empieza negándose a sí misma que le ocurra algo (por temor a que lo que le pase sea algo muy grave), después no le queda más remedio que aceptar que está enferma y afrontar el tratamiento que le puede curar... y por el camino, claro, se enamora y todo eso. Ah, papel secundario para Humphrey Bogart.

Hago un inciso para comentar lo fácilmente que se enamora y desenamora la gente en las películas de la época. Bastaba con una mirada y ale, ya pensaban en boda, casita con valla blanca, hijos y perro. Sin saber nada del carácter del otro, simplemente se quedan unos segundos con la expresión congelada mirándose a los ojos mientras suena una musiquilla de fondo y !alehop¡ enamorados para siempre.

El bosque petrificado: tengo que confesar que esta no la vi entera. Leslie Howard totalmente descafeinado, declamando sin parar y sin venir a cuento, intentando encarnar el personaje de un vagabundo con alma de poeta, pero quedando, para mí, como un pesado. Un horror de personajes, todos metidos en un restaurante-gasolinera en medio del desierto junto con un Humphrey Bogart en el papel de un asesino que es idolatrado por el abuelo de la protagonista. Ah, y otro enamoramiento sin sentido, a primera vista, claro.

El cielo y tú.- Es una sucesión de gestos congelados durante segundos cuya finalidad, supongo, es aumentar la carga sentimental del momento. Tanto ella como Charles Boyer se quedan mucho rato con la mirada fija en un punto del infinito, mientras luchan por acallar los sentimientos que han surgido entre ellos y que nunca podrán ser ni siquiera pronunciados (y bla, bla, bla). Me recordó mucho al episodio de Friends en el que Joey consigue un trabajo como profesor de actuación y habla de que para poner cara intensa, intenta hacer una división difícil de memoria. Pues tanto Charles como Bette en esta película se hartan de hacer divisiones...

El hombre que vino a cenar.- Una comedia. Se le nota el paso del tiempo, en el tipo de humor, muy blanco y en ocasiones como muy exagerado. Es simpática, y he de decir que el personaje Sheridan Whiteside (Monty Woolley se llama el actor),  se come con patatas al de Bette Davis, que se limita a hacer de su secretaria que tras varios años a su servicio se enamora repentinamente (cómo no) de un periodista de un pueblecito y decide dejar su empleo para casarse y tener hijos y todo eso (aunque él aún no sepa nada de esto, ella está convencida de que son perfectos uno para otro).

Y sí, como queda claro con esta entrada, sigo con mi inseparable amigo el insomnio. Y no, no he acabado aún con las películas de Bette Davis, me quedan varias pendientes :)

domingo, 17 de febrero de 2019

Tarde de clásicos


Después de un sábado luminoso y casi casi con calor, ha amanecido un domingo húmedo y un tanto sombrío. La lluvia cae mansa pero persistentemente, así que no hay nada mejor en tardes como esta que echar mano de los clásicos.

Y me he visto, una vez más, dos películas seguidas protagonizadas por Bette Davis: la primera, Eva al desnudo, una historia de ambición y manipulación disfrazada de admiración y humildad. Me encanta cada vez que la veo. La segunda, El señor Skeffington, una historia sobre el egoísmo y la vanidad, con un final un tanto precipitado quizás, pero que también disfruto cada vez que la veo.

Y si más tarde me queda hueco para ella, le toca a La loba o a Jezabel, para rematar el día.

Supongo que habrás visto todas. Si no es así, cualquiera de ellas es una buena opción para pasar una tarde de invierno.

Muerte de una joven, miniserie

Miniserie alemana de dos episodios. Fría, diría que gélida tanto en la ambientación como en la presentación de los personajes.

Una niña de catorce años es hallada muerta, en el agua. Empiezan las investigaciones para dar con el culpable de dicha muerte. Se salta de un sospechoso a otro, intentando cruzar tramas personales de los personajes principales. Se supone que el final es inesperado, fruto de un giro de guión.

Lo dicho, gélida. No la recomiendo, sinceramente, de hecho he estado a punto de dejarla de lado por la mitad, seguí por pura cabezonería ya que ni siquiera me importaba conocer la identidad de la persona culpable.

martes, 12 de febrero de 2019

El asesino de mujeres, Martina Cole


Me gustó. De hecho, cada vez que tenía que dejar de leer me quedaba con un punto de ansiedad por saber qué iba a suceder a continuación y eso hacía tiempo que no me sucedía con un libro.

Es curioso que me sintiera así porque básicamente creo que la historia tiene un defecto bastante gordo, y es que ningún personaje tiene visos o comportamientos "reales". Hay una oficial de policía que ha luchado mucho por ascender, a cargo de un caso bastante importante, con problemas familiares graves y se pasa más de media novela suspirando por un hombre.

Está la abuelita irlandesa, que juega al bingo y hace estofado sin parar. Las crisis le resbalan como el agua por las plumas de un pato, ya puede haber un intento de suicidio, asesinatos o cierta involucración con el mundo del crimen, ella sonríe y es feliz y quiere a todo el mundo.

Un hombre que ha perdido lo que más le importaba de una forma dolorosísima, pero que al día siguiente está pensando en ligarse a una mujer y tan pancho.

Creo que esto sucede porque la autora ha tratado de que cada parte de la historia fuera contada por su protagonista y tal vez en un intento de remarcar claramente las personalidades de cada uno, se haya pasado de la raya, porque realmente algunos personajes llegan a resultar hasta grotescos.

Así y todo, quería saber qué pasaría con el protagonista, que parte con todo en contra y que es otro de los personajes que no tiene personalidad definida, que cambia brusca y contínuamente de forma de pensar y actuar.

Y el final es, sencillamente, estúpido, en mi opinión. Y el "epílogo" sobraba, sinceramente.

Y aún así, me tuvo pendiente de la historia durante dos días, así que algo tiene...

domingo, 10 de febrero de 2019

La trilogía de Cormoran Strike

Hace mucho, mucho tiempo, en una de mis visitas a la biblioteca municipal, me traje para casa tres libros, uno de los cuales estaba escrito por un tal Robert Galbraith. Como siempre que tengo más de un volumen a elegir, cerré los ojos y cogí al azar el primero para ser leído. Y era "El canto del cuco", precisamente de Galbraith.

Empecé a preocuparme cuando en la contraportada leí que era un seudónimo de JK Rowling, la creadora del (para mi) repelente niño mago. Ufff. Estuve a punto de dejarlo de lado. No soporto a Harry Potter, en serio. Pero hice de tripas corazón y comencé a leer.

Y la verdad es que me enganchó desde el primer momento. Los personajes me encantaron, la trama era un poco liosa, la verdad y me sobraron algunas alusiones a la geografía londinense, pero me gustó lo suficiente como para leer los otros dos títulos.

Se pueden leer por separado, cada tomo es un caso resuelto por Cormoran y su ayudante/socia Robin. En el primero resuelven el aparente suicidio de una conocida modelo, en el segundo la desaparición/muerte de un escritor un tanto peculiar y en la tercera, siguen el rastro de alguien que envía a Robin una caja que contiene una pierna humana.

Para ser sincera, el que más me gustó fue el primero. Los otros a veces me daban la impresión de ser "más de lo mismo", mismas expresiones, mismas sensaciones, todo igual. La verdad es que si me piden recomendarlos, diría que con leer el primero basta, porque además después hay una especie de tentativa de romance de fondo que no pega ni con cola.

Pues eso, para pasar una tarde, a leer "El canto del cuco"

lunes, 4 de febrero de 2019

La brújula de Noé, Anne Tyler


Liam es un hombre de sesenta años que pierde su empleo y por ello debe reajustar su vida. Se muda a un apartamento más pequeño y económico y piensa en la jubilación. El día de la mudanza, se acuesta cansado y dolorido por el esfuerzo y cuando abre los ojos, se encuentra con que está en un hospital: ha sido atacado en su casa.

Liam y su búsqueda de la memoria perdida, podría titularse. Porque el protagonista se obsesiona por esas horas en las que le golpearon la cabeza, que se han borrado de su memoria. Se siente incómodo, desasosegado, necesita saber qué ha ocurrido.

A priori suena interesante. Pero la verdad es que son 180 páginas que se me han hecho eternas. Ni un asomo de optimismo, de felicidad, de calma. Todos los personajes son poco agradables, desde el protagonista hasta su familia, el neurólogo, sus amigos, etc.

Es todo muy frío y eso hace que la lectura parezca densa, no despierta empatía ni permite que te sumerjas en la historia. Simplemente sigues adelante con la esperanza de que algo mejore con el paso de una página a la siguiente.

No la recomiendo. Supongo que habrá gente a quien le parezca una maravilla, pero yo no pude disfrutarla, la verdad.