jueves, 21 de febrero de 2019

Y siguen los clásicos... y los no tanto

Supongo que se puede decir que soy como un perro con un hueso, que cuando lo coge no lo suelta ya  más, así que estos días en cada huequecito que he tenido libre, seguí viendo películas de Bette Davis.

Engaño.- La verdad es que no me gustó demasiado, una historia muy cogida por los pelos, por decirlo de alguna forma. Una pianista se reencuentra con el amor de su vida al que creía que habían matado y le oculta una relación que ha mantenido con un famoso y rico compositor. El final se supone que es trágico, aunque una se queda un poco como "esto no tiene mucho sentido". Y para ser un compositor de fama mundial, la verdad es que la música es un tanto extraña.

Como ella sola.- El personaje de Bette Davis es una niña consentida y egoísta, Stanley, que cree tener derecho a todo lo que se le antoje... y se le antoja el marido de su hermana (Olivia de Havilland). Claro que cuando logra tenerlo, las cosas no son como se imaginaba, se topa con la vida real. Lejos de aprender, su egoísmo sigue creciendo sin parar. Borda el papel, la verdad, aunque el personaje es, para mi gusto, excesivamente infantil.

Una vida robada.- Doble papel, porque hace de dos hermanas gemelas. Lo típico, una es dulce, tímida, educada y la otra una rompecorazones egoísta. Y hay un chico, claro. Y pasa lo que pasa. No me gustó demasiado, la verdad.

Amarga victoria.- Otro papel de niña rica, enferma. Cömo el personaje empieza negándose a sí misma que le ocurra algo (por temor a que lo que le pase sea algo muy grave), después no le queda más remedio que aceptar que está enferma y afrontar el tratamiento que le puede curar... y por el camino, claro, se enamora y todo eso. Ah, papel secundario para Humphrey Bogart.

Hago un inciso para comentar lo fácilmente que se enamora y desenamora la gente en las películas de la época. Bastaba con una mirada y ale, ya pensaban en boda, casita con valla blanca, hijos y perro. Sin saber nada del carácter del otro, simplemente se quedan unos segundos con la expresión congelada mirándose a los ojos mientras suena una musiquilla de fondo y !alehop¡ enamorados para siempre.

El bosque petrificado: tengo que confesar que esta no la vi entera. Leslie Howard totalmente descafeinado, declamando sin parar y sin venir a cuento, intentando encarnar el personaje de un vagabundo con alma de poeta, pero quedando, para mí, como un pesado. Un horror de personajes, todos metidos en un restaurante-gasolinera en medio del desierto junto con un Humphrey Bogart en el papel de un asesino que es idolatrado por el abuelo de la protagonista. Ah, y otro enamoramiento sin sentido, a primera vista, claro.

El cielo y tú.- Es una sucesión de gestos congelados durante segundos cuya finalidad, supongo, es aumentar la carga sentimental del momento. Tanto ella como Charles Boyer se quedan mucho rato con la mirada fija en un punto del infinito, mientras luchan por acallar los sentimientos que han surgido entre ellos y que nunca podrán ser ni siquiera pronunciados (y bla, bla, bla). Me recordó mucho al episodio de Friends en el que Joey consigue un trabajo como profesor de actuación y habla de que para poner cara intensa, intenta hacer una división difícil de memoria. Pues tanto Charles como Bette en esta película se hartan de hacer divisiones...

El hombre que vino a cenar.- Una comedia. Se le nota el paso del tiempo, en el tipo de humor, muy blanco y en ocasiones como muy exagerado. Es simpática, y he de decir que el personaje Sheridan Whiteside (Monty Woolley se llama el actor),  se come con patatas al de Bette Davis, que se limita a hacer de su secretaria que tras varios años a su servicio se enamora repentinamente (cómo no) de un periodista de un pueblecito y decide dejar su empleo para casarse y tener hijos y todo eso (aunque él aún no sepa nada de esto, ella está convencida de que son perfectos uno para otro).

Y sí, como queda claro con esta entrada, sigo con mi inseparable amigo el insomnio. Y no, no he acabado aún con las películas de Bette Davis, me quedan varias pendientes :)

1 comentario:

  1. Sí también había malas pelis en la época. Y sí, qué fácil era enamorarse en estas pelis...
    Besotes!!!

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