viernes, 12 de junio de 2020

El coleccionista, Paul Cleave (26)


El título me recordó una película antigua, de un chico al que le tocaba la lotería, se compraba una casa y secuestraba a la chica que le gustaba, con la finalidad de conseguir que ella se enamorara de él.

Esta historia tiene y no tiene mucho que ver.

Me gusta mucho la forma en la que se ha construído la historia, es como si hubiera piezas de un puzle y cada personaje que cuenta lo que ocurre, vaya haciéndolas encajar poco a poco.

Así, sabemos lo que piensa y siente la chica que sale con intención de ayudar a un anciano y acaba siendo secuestrada. O lo que piensa y maquina el profesor universitario que se despierta encerrado en una celda acolchada de un hospital psiquiátrico abandonado. O las intenciones y problemas de Adrian, que quiere hacer las cosas bien y tener una colección única pero se pone nervioso y comete errores sin cesar. O el policía que sale de prisión tras cuatro meses encarcelado, con un pasado lleno de violencia y malas decisiones....

Cada uno de ellos aporta su pieza de un puzle que se va construyendo poco a poco hasta que se obtiene la imagen final.

No son personajes perfectos, los malos no son absolutamente malos y los buenos no son el epítome de la perfección. Son muy humanos, tanto desde el punto de vista físico como emocional. Y eso hace que mientras lees, puedas meterte en la piel de todos ellos y, en cierto modo, puedas llegar a entender sus motivaciones, aunque no las compartas.

Me gustó mucho, espero leer más del autor.

Wimbledon, 2004





Bien, antes de nada tengo que confesarte que siento debilidad por algunos actores/actrices/directores de cine. No llego al punto de ver absolutamente todo lo que hagan, pero sí que si me topo con una película en la que aparezcan, por muy poco atractiva que sea la sinopsis, le doy una oportunidad y la veo.

Uno de esos actores es Paul Bettany. El primer papel en que le vi fue en Destino de caballero, donde hizo de Chaucer de una forma magistral, en mi opinión. El hecho de que además siempre me recuerde a uno de mis personajes de ficción favoritos (el agente Aloysius Xavier Lillus Pendergast), hace que me sea más atractivo. Y sí, si alguna vez se llega a hacer una película basada en las novelas de la saga de Pendergast, creo que él es el actor idóneo para el papel.

Nunca hubiera visto esta película si no fuera porque él era el protagonista. Y la verdad es que no es muy recomendable. Es una historia poco creíble tanto a nivel deportivo como emocional. Un tenista que quiere retirarse tras competir en Wimbledon como invitado, consciente de que posiblemente no pase del primer partido porque no está en forma para más. Una tenista que es una estrella emergente, controlada por su padre y que admira al protagonista.

Sigue después un romance aburrido y previsible, entre partidos y partidos de tenis. Pelotas que sí entran, que no entran, aces, servicios....

Me encanta Paul Bettany. Pero esta película es para olvidar, en mi opinión.

Passengers, 2016



Se quiere colonizar otros planetas, así que hay una empresa que se dedica a ofrecer viajes espaciales para aquellos aventureros que desean empezar de cero en un entorno completamente distinto al de la Tierra. No es una novedad, es algo más o menos habitual y bastante caro. De hecho algunos pasajeros que tienen capacidades específicas, pagarán el pasaje con el trabajo que realicen a su llegada al planeta destino.

Por supuesto, todos pasan prácticamente todo el viaje en hibernación, casi un siglo en ese estado. Está programado que la tripulación sea la primera en "despertar" y unos meses más tarde, lo hagan los demás pasajeros.

Pero hay un problemilla y una de las cápsulas se activa noventa años antes de tiempo. El no lo sabe y tarda un rato en darse cuenta de que es la única persona despierta a bordo. Se encuentra con un robot-barman, que es el único ente con el que puede hablar. Trata de reparar su cápsula, de acceder al centro de mandos de la nave... da vueltas y vueltas intentando encontrar una solución y no lo consigue.

Un año más tarde, con aspecto bastante dejado, se plantea el suicidio. Hasta que por casualidad ve la cápsula donde está la chica, claro. La ve, se queda prendado, busca información sobre ella, ve los vídeos que ella ha grabado, se aprende toda la información y se plantea la posibilidad de despertarla.

Ahí empieza una lucha entre lo que está bien y lo que está mal. Sabe que despertarla equivale a matarla, porque morirá de vieja antes de llegar a destino. Que la estará condenando a vivir sólo con él durante muchos, muchos años. Pero quiere hacerlo. Lo discute con el robot, que, obviamente, sólo le da respuestas lógicas y no le juzga. Y por fin, se decide y lo hace.

Ella se despierta, confusa. El le dice que sus cápsulas se han activado antes de tiempo por algún tipo de error. Ella tarda un poco en digerir la situación y aceptar lo que le espera. Pero poco a poco se van conociendo, hablan, ríen, y claro, se enamoran. Y es entonces cuando en una inocente charla con el robot-barman, ella descubre que no ha sido un accidente, que ha sido él quien la despertó. Y se enfurece, claro.

Pasan más cosas, algunas sorprendentes.

Está entretenida. El final me pareció muy precipitado, la verdad, creo que dejaron cosas sin contar que podían resultar interesantes, pero bueno, es lo que hay.

No va a ser la película de tu vida, pero sí una que puedas disfrutar una tarde de estas.

Serenity, 2019





Esta es una de esas películas complicadas de reseñar sin estropearla para quienes la quieren ver.

La sinopsis más sencilla sería que el protagonista es el dueño de un barco de pesca recreativa, obsesionado con pescar un atún gigante y que tiene problemas de dinero. Su ex-mujer y madre de su hijo aparece un día para pedirle que asesine a su actual marido, que la maltrata y que también daña emocionalmente al niño. A cambio ella le dará unos cuantos millones en efectivo.

Bueno, pues ese resumen es gallego. Es decir, sí pasa eso pero no. Todo lo que pone ahí es cierto, pero no es todo como parece. Hay más. No es que pasen más cosas, sino que la realidad es otra. Lo siento, sé que no estoy siendo clara, pero, como te dije antes, no puedo contarte más sin estropearla. Es una película que hay que ver para entender lo que te estoy contando.

Y si la ves, entenderás.

El manantial, Catherine Chanter (25)


La sinopsis me pareció muy interesante: hay una enorme sequía en el país, sin caer una sola gota de lluvia en meses y meses, de forma que el coste de la vida se dispara, aumenta la polución, las enfermedades, la suciedad en general.

Un matrimonio pone a la venta su hogar en la ciudad y se trasladan a vivir a una finca llamada El manantial. De alguna extraña forma, en esa propiedad no hay escasez de agua y llueve de vez en cuando, pero sólo en ese área, en las fincas colindantes la sequía persevera.

Los dueños empiezan su nueva vida con mucha alegría, sembrando, teniendo animales, aprendiendo sobre la marcha. Pero todo esto siempre con un miedo de fondo: que el gobierno les despoje de su propiedad, ya que es uno de los pocos lugares donde abunda el agua.

La historia la cuenta retrospectivamente la mujer, a quien han liberado de prisión (todavía no sabemos el motivo de su encierro) y la han dejado volver a El manantial, que ha sido tomado por el gobierno, que se dedica a estudiar la tierra, las cosechas y demás.

Ha pasado algo terrible, algo que percibimos con cuentagotas, con pequeñas pistas que la protagonista va dejando caer mientras relata la historia de su estancia en ese lugar, desde que llegaron hasta que pasó eso tan terrible.

A mí se me hizo pesadísimo. Supongo que la intención de la autora era que simpatizáramos con la protagonista y la acompañáramos en ese viaje al pasado con el que espera encontrar la redención por algo que sucedió y de lo que se siente, al menos en parte, culpable.

Los personajes, incluso el de la protagonista, me parecieron desdibujados, lo cual hizo imposible que empatizara con ellos, y por consiguiente, que me metiera de lleno en la historia. Además, la forma en que mezcla hechos del pasado con situaciones del presente es muy poco coherente, aunque quizás sea que no es la que funciona conmigo, no lo sé.

La sensación general que he tenido es que la autora se ha esforzado mucho, y ese esfuerzo es muy evidente y palpable y hace que se necesite también esforzarse por leerlo.

Repito, es lo que me ha pasado, a lo mejor lo lees tú y te encanta. Yo no lo recomiendo, la verdad.

Mírame a los ojos, Sara Pekkanen (24)


Como seguramente te pasará a ti, tengo una larga lista de lecturas pendientes. Voy añadiendo títulos de reseñas que leo en otros blogs (lo que yo llamo buitrear), o bien de páginas de descarga de libros donde curioseo y veo algunas sinopsis.

Elegí leer este por el mérito científico del "pito pito gorgorito" entre todo lo que tenía por leer.

Cuando empecé a leerlo, pensé que sería una novelita rosa, tipo Jazmín o Bianca o una de esas que fueron tan populares durante mi adolescencia.  Y no quiero confundirte, me encanta leer novelitas rosas, cuando tengo el humor para ello, al igual que me pasa con cualquier otro género literario. pero me sorprendió, porque no me esperaba tener una en el listado.

Y supongo que en cierto modo, sí es una novela rosa, pero sorprendente, o  al menos fue la sensación que me dejó. Normalmente en esas historias el hombre es un tipo varonil, fuerte, guapísimo y riquísimo y maravilloso y ella una dulce, tierna y hermosa gacela indefensa que cae rendida al primer vistazo.

En este caso, se cuenta la historia de dos personas que están juntas desde la escuela, unidas por el infortunio y por las ganas de salir de una vida miserable (y cuando digo miserable no es sólo por la pobreza). Trabajan duro, se van a vivir juntos y logran triunfar. Sus vidas cambian, consiguen todo lo que habían deseado cuando eran adolescentes. Pero también cambia su relación, poco a poco.

Hasta un día en el que él sufre un paro cardíaco y permanece muerto durante unos minutos. Al recuperar la consciencia, parece otra persona, una persona totalmente diferente, con distintas metas y distintos puntos de vista. Eso hace que su mujer se sienta perdida, que no entienda nada.

Y hasta ahí puedo contar. No esperes caballeros con blanca armadura, ni hombres fornidos ni mujeres etéreas. No esperes que se miren a los ojos y todo se arregle como por arte de magia. No pasa nada de eso.

Me gustó, mucho.

El último día de mi vida, David Orange (23)


Podría ser un día como cualquier otro, pero Dylan sabe que es el último de su vida. Tiene apenas veinticuatro horas para poner su vida en orden, ajustar cuentas, arreglar malentendidos y errores del pasado y así poder morir en paz.

Pero todo parece ponérsele en contra. Cuanto mejor quiere hacer las cosas, más obstáculos se encuentra por el camino. Y se le acaba el tiempo, tal como le recuerda un hombre que le persigue y le vigila para que no haga nada extraño.

No sabes si podrá hacer todo lo que tiene planeado. No sabes el motivo por el que Dylan tiene la certeza de que morirá a las ocho de la mañana del día siguiente, ni cómo va a ser, ni quién lo matará.

Así que te pasas todo el tiempo con un cierto hálito de angustia, queriendo empujar hacia adelante al protagonista, ayudarle de alguna forma, mientras se ve envuelto en situaciones a cual más rocambolesca, de esas de las que parece imposible salir. Pero si algo tiene de bueno (o malo) saber el tiempo que te queda de vida, es que relativizas las cosas de forma muy distinta a la habitual.

A veces el autor se sale un poco de madre, pone al protagonista en situaciones imposibles, de esas en las que piensas: "Vale, hasta aquí ha llegado, no puede seguir más, aquí se acaba". Aparte de un par de cosas de ese estilo, la verdad es que es de esas historias que te mantienen en vilo hasta las últimas páginas, queriendo que haya un final feliz, o por lo menos, un buen final.

Y no voy a contar más, porque, como sabes, no me gusta "destripar" mucho las historias. Sólo decirte que, de una forma extraña, he disfrutado la lectura. Espero que si te animas a leerlo, también te pase lo mismo.