domingo, 29 de marzo de 2020

El tapiz amarillo, Charlotte Perkins Gilman (12)

Es una historia cortita, de veinte páginas. En ella, la protagonista cuenta cómo se ha trasladado con su marido y su bebé a una casa de campo, con el fin de que mejore su salud. Allí tiene aire, sol, paseos, todo el mundo la trata bien y la cuidan con esmero, pero ella echa en falta actividad, sobre todo, escribir.

Y justo lo que más le apetece es lo que tiene prohibido, por prescripción médica. Se siente siempre cansada y llorosa, por mucho que repose y por muchos tónicos que tome.

Se instala, junto con su marido, en lo que fuera habitación de los niños y se obsesiona con el papel de la pared, medio arrancado en algunas partes, desgastado y descolorido por la luz del sol. Cuanto más tiempo pasa mirándolo, más cosas extrañas encuentra: ojos, cabezas e incluso figuras de mujeres arrastrándose.

Pasa el tiempo, su obsesión crece y llega a la conclusión de que ella ha salido del papel, que otras mujeres pueden salir también. Se encierra para evitar que otros descubran la solución del misterio antes que ella. Y este encierro es lo que hace consciente al marido de la locura en la que poco a poco se ha ido introduciendo su esposa.


El envío, Sebastian Fitzek (11)

Ante todo, decirte que para mí aún son las dos de la madrugada, aunque con el cambio horario en la esquina inferior derecha de la pantalla aparezca marcada una hora más.

Fitzek. No recordaba haber leído nada suyo y sin embargo, sabía que me gustaba su forma de escribir, sus novelas, lo cual hacía evidente que sí había leído algo de su obra. Así que me puse a buscar títulos del autor.

Y como anoche me leí El secreto del orfebre, pensé que tal vez estaría bien retomar mi antigua costumbre de leer un poco antes de acostarme. Así que fui a una de las listas de "pendientes" y elegí casi al azar, y salió este.

Para mi sorpresa, lo que iba a ser leer un tercio de la novela o así ,se convirtió en "bueno, un par de páginas más", que después evolucionó a "vaya, para lo que me queda, me lo acabo". Y así fue. Me lo leí del tirón.

¿Significa esto que es una de esas historias que te agarran y casi te obligan a seguir leyendo para saber más? Pues no. La verdad es que, aunque sigo convencidísima de que es un autor que me gusta, esta novela precisamente no me entusiasmó.

Demasiadas cosas. Una niña que, tras ser sometida a terapia se convierte a su vez en terapeuta y que sufre un tremendo trauma, pero que nadie cree que lo ha sufrido. El lector sí, claro. Pero después empiezan a pasarle cosas tan extrañas, que una piensa que es imposible, empieza a dudar de lo que la protagonista cuenta, vive o cree que vive.

Y aunque me encantan los giros en las tramas, me gustan de verdad, en serio, en esta ocasión lo que tuve fue un empacho. Contínuamente pasan cosas que te hacen cambiar la perspectiva del relato y la percepción de la protagonista. Una y otra vez pasan cosas demasiado extremas, raras, sin sentido.

Es como una de esas muñecas rusas que están unas dentro de otras, pero en lugar de muñecas, pon que son enfermedades mentales, enfermos y desvaríos. A mí se me ha hecho pesada, la verdad.

Así y todo, seré reincidente con el autor, porque si lo he almacenado en mi memoria como alguien a quien leer, es por algo.


Edito la entrada para aclarar algo: ya recuerdo qué otra cosa leí suya, El sonámbulo. Lo curioso es que tampoco me apasionó esa lectura, y sin embargo "siento", noto, percibo o yo qué sé, que tengo que seguir leyendo cosas del autor.... 

sábado, 28 de marzo de 2020

Cosas....

En las últimas semanas he ido apuntado lo que he visto y leído, en un papelito, para hacer una de mis mega entradas. Pero claro, hice limpieza del escritorio y adivina qué sucedió... pues sí, adiós papelito.

Así que lo único que he salvado han sido los títulos de las últimas novelas que he leído y que ya he comentado en las entradas anteriores.

Por lo demás, lo único que recuerdo es que empecé a ver una serie titulada Chicago Med, de médicos, claro, y que la vi hasta que pasa lo de siempre: deja de ser una serie de médicos y hospitales para convertirse en una serie de quién se lía con quién. Lamentablemente eso sucede demasiado pronto para mi gusto.

Sé que empecé al menos dos o tres series pero no pasé de los primeros episodios, pero no recuerdo cuáles  :((

No voy a ahondar en el tema del confinamiento, sólo decirte que tenía pensado adelantar mis lecturas y me ha sido imposible. Los profesores envían tareas y más tareas y además estoy haciendo como de "profesora de soporte" para aquellos padres que tienen dificultades en ayudar a sus hijos, así que eso me deja bastante poco tiempo libre.

Por aquí por ahora las cosas están tranquilas, hay un solo infectado con el virus, muchísima gente se ha ido a pasar el confinamiento a las aldeas. De hecho, a mis padres les pilló en la aldea y allí se quedaron, es un lugar donde están aislados casi por completo (sólo hay siete casas más habitadas) y tienen dos amplios patios y la finca para estar fuera y pasear. El único peligro que corren es cuando van al pueblo cercano a comprar las medicinas o algo de fruta (en la casa hay un arcón congelador gigante que mi madre, como buena gallega, mantiene lleno, con lo que no necesitan apenas comprar comida).

Es curioso lo fácilmente que me he acostumbrado a no escuchar pasar los coches o gente hablando por la calle, de hecho ayer y hoy han sido días en los que me sorprendío el ruído externo (muchos coches, supongo que para hacer la compra del fin de semana).

Yo salgo una vez a la semana, a hacer la compra semanal y  una noche, casi a medianoche a bajar la bolsa gigante de basura.

Como le digo a mi hijo, alguna ventaja tendría que tener ser raros, porque no nos aburrimos ni nos agobiamos por el confinamiento. Preocupados, sí, obviamente.

Así que ánimo, que ya falta menos para que esto acabe.

El secreto del orfebre, Elia Barceló Esteve (10)

Ya sabes que soy una buitre en cuanto a títulos, sean de libros, películas o series. Y si tanto Isi como Margari alaban uno en particular, no me lo pienso dos veces, buitreo inmediatamente.

Hace un par de días leí la entrada de Isi referente a este libro, y esa lectura junto con la del comentario de Margari hizo que lo buscara inmediatamente.

Mi primera intención fue dejarlo aparcado junto con otros muchos después de echarle simplemente una ojeada. Si eres de esas personas que disfrutan con la lectura, sabrás que "echar una ojeada" se puede convertir fácilmente en "leerme la mitad o más". En mi caso, al ser tan corto, supuso leérmelo de un tirón.

Y me temo que voy a disentir de mis dos queridas blogueras, porque a mí no me gustó. Principalmente porque ya se ve venir lo que sucede, no hay misterio ni giro de guión ni nada. Y además hay cosas inconsistentes. Celia es una de las mejores amigas de Marga, la madre del protagonista y narrador. Eso supondría que su historia es largamente conocida por toda la familia, el muchacho incluído. Pero aunque no fuera así, en el pueblo lo que le pasó fue un gran escándalo y todos sabemos que ese tipo de cosas van contándose a lo largo de los años, diría que incluso añadiendo y adornando con detalles jugosos.

Otro detalle llamativo es que el chico la ve por primera vez a la salida del cine, con sus amigas, cuando precisamente al ser su madre una de ellas, Celia debería ser una persona más que conocida para él.

Y otra más a continuación, pero no la leas si quieres leer la historia, porque te puede desvelar un detalle que te la chafaría, así que salta hasta que veas otra línea de guiones como la que sigue.

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El lee en el periódico la esquela de ella, la noticia de su muerte y piensa que, cuando estuvo en el cementerio visitando a sus familiares muertos, no se le ocurrió buscar la tumba de Celia, que podría haber visitado también.

Pero ella, en las notas que escribe al final de todo, comenta que, cuando fue al cementerio a despedirse antes de ir a la clínica donde sabía que iba a morir, le vio a él, tal como le había conocido en su juventud, con la misma ropa y el mismo aspecto, ante las tumbas de los familiares y que cuando volvió a ver, él ya no estaba y pensó que era una alucinación, porque tras los años transcurridos su aspecto no podría ser el que tenía cuando le conoció sino que debería ser más anciano.

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Dicho esto, aparte de las incoherencias y de que se veía venir lo que estaba pasando, la lectura deja un poso como muy de tristeza. Lluvia, niebla, oscuridad... ni siquiera cuando le pasan cosas buenas el protagonista es capaz de transmitir alegría o ilusión, siempre parece velarlo todo con un velo de "peros".


Mi idolatrado hijo Sisí, Miguel Delibes (9)

Lo primero que leí de Delibes fue por obligación, en el instituto. Una vez a la semana, en clase, leíamos El camino. Y, a diferencia del resto de compañeros de curso, me encantó.

A lo largo de los años he leído más obras de este autor, pocas, he de confesar, pero todas me gustaron mucho. Así que a raíz de un comentario que leí sobre Cinco horas con Mario (que leí hace muuuuchos años y que releeré en breve), me dispuse a encontrar títulos nuevos para mí. Y le tocó a este.

La acción se sitúa unos años  antes del estallido de la Guerra Civil. El protagonista es el propietario de un comercio de sanitarios para el baño, heredado de su padre. Le va muy bien en la vida, está anodinamente casado, tiene una pizpireta amante y la certeza de que el mundo gira (o debería girar) a su alrededor.

Ve al resto de la humanidad a través del filtro de su vida, lo cual hace que en ocasiones no entienda el proceder del prójimo y en otras, quedar como un tontaina.

Nunca ha deseado tener un hijo, pero por una serie de carambolas de la vida, se autoconvence momentáneamente de que eso es lo que más quiere en el mundo. Pronto cambia de idea pero ya es demasiado tarde: el hijo está en camino.

Lo malcría, consintiéndole todo  y pensando que está educando a su hijo de la mejor forma posible, mucho mejor, por supuesto, que sus vecinos, que no paran de tener hijo tras hijo.

Cuando empieza la guerra, las cosas cambian, cada uno reacciona de forma diferente ante la contienda y en el caso de Sisí, por supuesto, se decide lo que es mejor para él, aunque a la larga no sea así.

Me llamó mucho la atención el final de la novela, ya que nunca hubiera esperado que el protagonista tomara la decisión que tomó, precisamente porque, a lo largo de las páginas, se mostró siempre como un ser egoísta, no en plan malvado sino más bien como sería un niño consentido, que no entiende que las cosas puedan salirle mal. No quiero ahondar más en el tema, ya que eso supondría contar el final y es algo que prefiero no hacer.

La recomiendo, al igual que todas las que he leído del autor, a pesar de no ser la que más he disfrutado (creo que ha sido más bien por el carácter del personaje protagonista más que por la novela en sí).


Miedo, Stefan Zweig (8)

No es una novela, sino más bien un relato largo, de unas sesenta páginas solamente.

La sinopsis es bastante sosa, una mujer que parece tenerlo todo en la vida, está a punto de perderlo por tener un amante. Y lo que es peor, no siente nada por él, sino que fue más bien un juego, una tontería para romper la monotonía de su día a día.

Lo que me gustó es, por así decirlo, la filosofía que hay detrás de la historia. No sólo el hecho de que no sólo no apreciamos las cosas, sino que a veces incluso las despreciamos y no sabemos lo importantes que son hasta que están en peligro o se pierden.

Dadas las circunstancias en las que estamos viviendo ahora, es fácil comprender esto. Porque algo tan sencillo y "dado por supuesto" como el poder salir, pasear, comprar o hablar con una amiga está prohibido.

Pero como decía, cuando lo leí, antes de la pandemia, la idea subyacente que más me atrajo fue, precisamente, la que da título a la obra: el miedo.

El miedo es el que mueve a la mujer a ceder a un chantaje. El miedo es el que le hace ver su vida, su rutina, desde otra perspectiva. Se da cuenta de lo que tiene y de lo estúpida que fue su decisión. Pero lo más importante, el miedo no le deja descansar.

Estar alerta ante cualquier novedad, sentir temor a salir a la calle, a decir algo que pueda comprometerla, mantener su expresión y su vida habituales, todo eso va agotando a la protagonista, tanto física como anímicamente.

A través de la travesura de una niña, hija de la protagonista, se muestra el descanso y el alivio que supone el ser descubierto, el tener que dejar de fingir, poder descansar sin temores, aun cuando ese descubrimiento conlleve un castigo.

Creo que me he liado bastante a la hora de exponer mi opinión, espero que puedas haber sacado algo en claro.

¿Lo recomiendo? La historia, no, definitivamente. Pero lo que hay detrás, el fondo de todo, sí. Así que tú decides. Son sesenta páginas.

domingo, 1 de marzo de 2020

Cuatro años

El tiempo es relativo. Cuando una se divierte, parece acelerarse, ir mucho más rápido. Cuando una se aburre o está mal, parece ralentizarse.

Y otras veces, cuando te paras a pensar y echas la vista atrás, el mismo intervalo de tiempo parece mucho y poco al mismo tiempo.

Así es como siento hoy el tiempo. Hace cuatro años que murió. Y me parece, al mismo tiempo, mucho y poco. Una vida entera y un instante. Que todo ha cambiado por completo pero sigue siendo igual al mismo tiempo.

Así que hoy, tal como pasaba hace cuatro años, sigue vigente...

Tú duermes, ya lo sé.
Te estoy velando.
No importa que estés lejos,
que no escuche
tu cadencia en la sombra;
no importa que no pueda
pasar mi mano sobre tu cabeza,
tus sienes y tus hombros.

Yo estoy velando, siempre.
No importa que no pueda acurrucarme
para que tú me envuelvas sin saberlo,
para que tú me abraces sin sentirlo,
para que me retengas
mientras yo tiemblo y digo simplemente
palabras que no escuchas.
Yo puedo estar tan lejos
pero sigo velando cuando duermes.


Julia Prilutzky