jueves, 14 de marzo de 2019

Dieta y otras cosas


Desde hace unos meses, tengo un amigo muy querido que no deja de decirme cada vez que me ve: "Tengo que ponerme a dieta, quiero bajar unos kilos, mira cómo estoy".

Está redondito y muy guapo. Pero la historia cambia cuando empiezan los problemas de salud. Su espalda y su tensión arterial se resienten, así que llegó un momento en que ya era cosa más de salud que de estética.

Hace un par de semanas le dije que si él se ponía a dieta, yo también. Dijo que dejáramos pasar los carnavales y que el lunes siguiente empezáramos. Es decir, este lunes pasado.

Y así fue. Estamos a dieta desde el lunes. Peeeeeeeero están pasando cosas que ya he visto en otras ocasiones y es de lo que quiero hablar en este post.

Ponerse a dieta es como dejar de fumar. Todo el mundo que lo necesita, quiere hacerlo, pero sin que ello suponga un esfuerzo. Lo quieren con la cabeza, pero no con el resto del cuerpo (incluída la voluntad). Cuando empieces una dieta, has de estar convencido de hacerla, no sólo "querer" hacerla. Y además ha de tenerse en cuenta que estar a dieta no significa pasar hambre, sino pasar ganas.

El cuerpo es muy sabio y muy pillo, y hace que deseemos justo lo que no podemos darle. Esa ansiedad hace más complicado llevar adelante el reto que uno se propone. La solución es fácil: un día de descanso de dieta, en el cual se podrá comer lo que uno desee. Es lo que yo llamo el día salvavidas, porque cuando estés de bajón y te resulte difícil no caer en tentaciones, ayuda mucho saber que en un par de días podrás comer eso que tanto te tienta.

Y para que veas la importancia de la psicología en la dieta, te diré que desde el lunes duermo mejor y estoy de mejor humor. Mi amigo dice que no para de soñar con comida :)

En resumen y después de todo este rollo: hay que querer de verdad, de cuerpo y mente. No hay que pasar hambre. Y hay un día salvavidas al que aferrarse para no romper la dieta.

En lugar de pesarme al empezar, lo que he hecho ha sido medirme contorno de pecho, cintura y caderas. En un mes volveré a medirme y a ver qué pasa, pero en principio mi meta es que el estar a dieta se transforme en un cambio de costumbre alimenticia permanente. Por ahora, paso a paso, dieta y salud.




miércoles, 6 de marzo de 2019

Muertes pequeñas, Emma Flint


Un matrimonio roto, un litigio por la custodia de dos niños y una doble desaparición. Dicho así no parece gran cosa. Pero todo eso no es más que una excusa para presentarnos a una mujer con una personalidad extraña, diferente, con unas reacciones muy particulares que van en contra de sí misma.

Cuanto más esperen los demás cierto comportamiento de ella, más se aleja de lo esperado. Y eso hace que su personalidad influya incluso en una investigación criminal.

Es una historia en la que las mujeres son las grandes protagonistas, y las hay de todo tipo: madres mandonas, madres cariñosas, mujeres de mediana edad chismosas, mujeres elegantes, buenas amigas, desesperadas, envidiosas... Mientras que los hombres se muestran como títeres manejados por las circunstancias, y en la mayoría de las ocasiones, por las mujeres. Los policías, los vecinos, los periodistas, los maridos... son personajes más débiles, más apagados y desdibujados.

La desaparición y asesinato de dos niños, que debería ser el hilo central del libro, se van desdibujando y ceden su protagonismo al micromundo de la madre y principal sospechosa.

Se lee rápido. Hay ocasiones en las que una se puede sentir confundida por lo que hace la madre de los niños, pero precisamente ahí está lo que diferencia esta historia de las demás.

sábado, 2 de marzo de 2019

Ir sobre seguro

Muchas veces he escrito sobre los libros-jersey. Pero por si no sabes a qué me refiero, lo contaré una vez más.

Yo denomino libros-jersey a esas novelas, libros, historias que son como esos jerseys viejos, medio deformados, suavizados por el uso, que nos ponemos para estar cómodamente por casa, que nos dan calor y nos resultan muy familiares y reconfortantes.

La versión en libros sería esos tomos que van contigo mudanza tras mudanza, que puedes abrir por cualquier página y retomar la historia desde ese punto, porque es tan familiar que no necesitas releer desde el principio. Aunque la historia que cuente sea truculenta, te dan sensación de paz, tranquilidad, familiaridad e incluso un punto de seguridad: ahí está la historia que conoces y disfrutas  una y otra vez, aunque sólo leas unas cuantas páginas al azar.

Tengo la suerte de tener una larga lista de libros-jersey. Entre ellos están varios títulos de Agatha Christie.

Así que he querido ir sobre seguro y me he releído un clásico de Agatha Christie, Asesinato en el Orient Express.

Ya conoces la historia: un hombre aparece asesinado, cosido a puñaladas, en su cabina del Orient Express, que ha quedado parado a causa de la nieve en las vías. Y Hércules Poirot tiene que averiguar lo que ha pasado.

No es mi favorito de la autora a pesar de ser uno de los más famosos y de los que se han hecho más adaptaciones cinematográficas.

Ahora que se acerca la primavera pero aún hay noches frías y oscuras, no hay nada más agradable que compartir unas horas con tu libro-jersey favorito o con uno de ellos.

Heridas abiertas

Heridas abiertas (Sharp objects)... primero leí la novela, hace ya un tiempo. Y después me enteré de que había sido convertida en miniserie televisiva.

Había leído Perdida (de la que se hizo película) y aunque la sensación durante la lectura fue de un poco de agobio, tanto por la historia como por la ambientación, disfruté la lectura, más que nada porque la autora (al menos en mi caso), consiguió mantener el misterio y que me preguntara qué demonios había pasado.

Así que me puse a leer Heridas abiertas con la expectativa de que me generara la misma sensación de incertidumbre y de "querer saber más". En este caso, he de confesar que me hizo sentir más incómoda que otra cosa. La forma de actuar y pensar de todos los personajes me parecía un tanto surrealista. La presentación de los habitantes de su pueblo natal, el comportamiento de su madre ante todo lo que ocurre, la protagonista que se siente fatal por todo, se pasa todo el rato bebiendo sin parar y diciendo lo mal que está.

Pues eso, me ha resultado muy agobiante, asfixiante, en lugar de querer volver a la lectura para saber qué iba pasando, lo que deseaba era acabar de una vez para librarme de ese sentimiento tan opresivo.

Con el paso del tiempo la historia y las sensaciones se fueron borrando. Así que me puse a ver la miniserie.

No la vi entera, de hecho sólo vi un capítulo y medio. Deprimente. Muy deprimente. No sé si fue por mi estado anímico o qué, pero la verdad es que volvió el agobio que sentía con la novela, pero mezclado con mucha tristeza.

No sé si es que me estoy haciendo mayor, pero cada vez se me hace más complicado tolerar un comportamiento excesivamente anómalo en los personajes, tanto de lectura como de visionado. Y no me refiero a rarezas o tics o cosas así, sino a lo que generalmente se suelen llamar "actitudes surrealistas".

Así que en esta ocasión no puedo recomendarte ni la novela ni la miniserie. Claro que todo esto está basado en mis gustos, que pueden no coincidir con los tuyos.

viernes, 1 de marzo de 2019

Hoy hace tres años



Dime por favor donde no estás
en qué lugar puedo no ser tu ausencia
dónde puedo vivir sin recordarte,
y dónde recordar, sin que me duela.

Dime por favor en que vacío,
no está tu sombra llenando los centros;
dónde mi soledad es ella misma,
y no el sentir que tú te encuentras lejos.

Dime por favor por qué camino,
podré yo caminar, sin ser tu huella;
dónde podré correr no por buscarte,
y dónde descansar de mi tristeza.

Dime por favor cuál es la noche,
que no tiene el color de tu mirada;
cuál es el sol, que tiene luz tan solo,
y no la sensación de que me llamas.

Dime por favor donde hay un mar,
que no susurre a mis oídos tus palabras.

Dime por favor en qué rincón,
nadie podrá ver mi tristeza;
dime cuál es el hueco de mi almohada,
que no tiene apoyada tu cabeza.

Dime por favor cuál es la noche,
en que vendrás, para velar tu sueño;
que no puedo vivir, porque te extraño;
y que no puedo morir, porque te quiero.

Jorge Luis Borges